Había un papa que quería enseñar su propia educación al hijo,  ay que según el, lo que enseñaban en la escuela no era importante y lo podía enseñar en su casa; pero su enseñanza consistía en cambiar de nombre las cosas.

 

De decía a su hijo:

 

El papa, es señor Dios;

La mamá, la señora potestad;

Las abarcas, son os filo, filo;

La ropa, es el escapatorio;

El gato; señor mata la rata;

La canela; clarencia;

El agua; paciencia;

La casa; fitoco    

 

Esta era la lección diaria, que al finalizar la semana debía saberse de memoria, de lo contrario, lo castigaba; pero el viernes, último para el examen, el muchacho se le olvido e nombre del gato. Entonces decide regarlo con gasolina y prenderlo para desaparecerlo y así el papá, si no lo veía, no le preguntaría.

Sucedió que el gato al prenderlo, se sube en la casa y el muchacho se asusta, empieza a llamar al papá, quien como era de madrugada, aún estaba dormido, el niño le gritaba:   

 

Señor Dio!, señor Dio!, levántese con la señora potestad, que se ponga los filo, filo, también los escapatorios, que el señor mata la rata, se ha vestido de clarencia  y como no anda con la paciencia se le quemara el fitoco.